San Esteban fue el primer mártir o Protomartir de la Santa Iglesia (M. en Jerusalén, año 36). Fué elegido diácono (junto a otros seis santos hombres) por los creyentes, a petición de los Apóstoles, para ayudar en los trabajos de administración y distribución de la ayuda a los pobres y las viudas.
Hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, estaba lleno de gracia y poder. Hacía grandes prodigios y signos en el pueblo.
Algunos judíos de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y el espíritu que se manifestaba en lo que él decía, sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído blasfemar contra Moisés y contra Dios. Así consiguieron enardecer al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y llegando de improviso lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrín. Entonces presentaron falsos testigos, que declararon: "este hombre no hace otra cosa que hablar contra el lugar santo y contra la ley. Nosotros le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las costumbresa que nos ha transmitido Moisés". En ese momento los que estaban sentados en el Sanedrín tenían los ojos clavados en él y vieron que el rostro parecía el de un ángel.
El sumo sacerdote preguntó a Esteban: "¿Es verdad lo que éstos dicen?"
Esteban comenzó su defensa y la finalizó con estas palabras: "...pero ustedes -siguió diciendo Esteban- siempre han sido tercos y tienen oídos y corazón paganos. Siempre están en contra del Espíritu Santo. Son iguales que sus antepasados. ¿A cual de los profetas no maltrataron los antepasados de ustedes?
Ellos mataron a quienes habían hablado de la venida de aquel que es justo, y ahora que este justo ya ha venido, ustedes lo traicionaron y lo mataron..." Cuando oyeron estas cosas, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban llenos del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios". Ellos comenzaron a vociferar y tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre, y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon.
Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciéndo: "SEÑOR, NO LES TENGAS EN CUENTA ESTE PECADO". Y AL DECIR ESTO, MURIÓ.
Saulo aprobó la muerte de Esteban. Ese mismo día se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de jerusalén. Todos, excepto los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraroncon gran pesar.
Hch 6, 8-7; 7, 51-8, 2