En un intento desesperado de evitar un cisma por la ordenación de mujeres como sacerdotes y su eventual elevación a obispos, la Iglesia de Inglaterra ha propuesto crear nuevas diócesis basadas en el género y no en la geografía.
Así lo señala hoy el diario británico ‘The Times’, según el cual se trata de una idea destinada a preservar la unidad de la Comunión Anglicana, amenazada por el descontento de millones de fieles conservadores con los nuevos vientos que soplan.
La propuesta, sin embargo, puede topar con el rechazo del sector más liberal que creen que el anglicanismo no debería ofrecer ningún compromiso en materia de igualdad de la mujer en el seno de la Iglesia.
Según sus críticos, esa solución, que permitiría seguir consagrando mujeres obispos sin enfadar a los tradicionalistas, puede convertir a la Iglesia anglicana en una especie de ‘queso Gruyere’, con grandes agujeros en las diócesis.
Los proponentes del compromiso, un grupo presidido por el obispo de Manchester, Nigel McCulloch, piden que la mayoría de la Iglesia, favorable a la ordenación de mujeres, reconozca que ‘las convicciones teológicas’ de quienes no están dispuestos a aceptarla ’se inscriben en el espectro de las enseñanzas y la tradición anglicanas’.
Quienes defienden esas posiciones deben poder seguir recibiendo cuidados pastorales y sacramentales a tenor de sus convicciones, señala ese grupo, según el cual la consagración de mujeres sin ofrecer garantías a quienes se oponen a esa novedad puede ‘dar lugar a un período de incertidumbre y turbulencia’ dentro de la Iglesia.
La propuesta de diócesis extra-geográficas es sólo una entre varias ideas formuladas aunque parece la que cuenta en principio con más posibilidades, señala el periódico, según el cual habría que determinar qué catedrales servirían a las nuevas diócesis y se necesitarían otras.
Aunque cerca de la mitad de quienes se están formando actualmente para el sacerdocio son mujeres, apenas ha decrecido la oposición a la ordenación de mujeres.
Actualmente, quienes se oponen a ese proceso no han abandonado sus diócesis locales aunque dependen muchas veces del cuidado pastoral de obispos tradicionalistas que van de unas diócesis a otras.
Pero en ningún caso admitirían aquéllos que al frente de la diócesis que les corresponde por su lugar de residencia estuviese una mujer obispo.
En 1992, el Sínodo General de la Iglesia Anglicana votó a favor de permitir la ordenación de mujeres como sacerdotes, y dos años más tarde las ordenadas eran ya un millar.
De los 470 sacerdotes masculinos que abandonaron el anglicanismo como protesta, muchos fueron aceptados por la Iglesia católica romana y sólo 58 regresaron a la comunión anglicana.
En el 2005, el Sínodo General votó en principio a favor de eliminar las barreras legales que impiden a las mujeres llegar a obispos.
La Iglesia de Inglaterra tiene actualmente 7.109 sacerdotes masculinos a tiempo completo frente a 1.507 mujeres aunque si se incluye a los que se dedican a tiempo parcial a esas tareas espirituales la diferencia es de 8.785 a 3.119.
Así lo señala hoy el diario británico ‘The Times’, según el cual se trata de una idea destinada a preservar la unidad de la Comunión Anglicana, amenazada por el descontento de millones de fieles conservadores con los nuevos vientos que soplan.
La propuesta, sin embargo, puede topar con el rechazo del sector más liberal que creen que el anglicanismo no debería ofrecer ningún compromiso en materia de igualdad de la mujer en el seno de la Iglesia.
Según sus críticos, esa solución, que permitiría seguir consagrando mujeres obispos sin enfadar a los tradicionalistas, puede convertir a la Iglesia anglicana en una especie de ‘queso Gruyere’, con grandes agujeros en las diócesis.
Los proponentes del compromiso, un grupo presidido por el obispo de Manchester, Nigel McCulloch, piden que la mayoría de la Iglesia, favorable a la ordenación de mujeres, reconozca que ‘las convicciones teológicas’ de quienes no están dispuestos a aceptarla ’se inscriben en el espectro de las enseñanzas y la tradición anglicanas’.
Quienes defienden esas posiciones deben poder seguir recibiendo cuidados pastorales y sacramentales a tenor de sus convicciones, señala ese grupo, según el cual la consagración de mujeres sin ofrecer garantías a quienes se oponen a esa novedad puede ‘dar lugar a un período de incertidumbre y turbulencia’ dentro de la Iglesia.
La propuesta de diócesis extra-geográficas es sólo una entre varias ideas formuladas aunque parece la que cuenta en principio con más posibilidades, señala el periódico, según el cual habría que determinar qué catedrales servirían a las nuevas diócesis y se necesitarían otras.
Aunque cerca de la mitad de quienes se están formando actualmente para el sacerdocio son mujeres, apenas ha decrecido la oposición a la ordenación de mujeres.
Actualmente, quienes se oponen a ese proceso no han abandonado sus diócesis locales aunque dependen muchas veces del cuidado pastoral de obispos tradicionalistas que van de unas diócesis a otras.
Pero en ningún caso admitirían aquéllos que al frente de la diócesis que les corresponde por su lugar de residencia estuviese una mujer obispo.
En 1992, el Sínodo General de la Iglesia Anglicana votó a favor de permitir la ordenación de mujeres como sacerdotes, y dos años más tarde las ordenadas eran ya un millar.
De los 470 sacerdotes masculinos que abandonaron el anglicanismo como protesta, muchos fueron aceptados por la Iglesia católica romana y sólo 58 regresaron a la comunión anglicana.
En el 2005, el Sínodo General votó en principio a favor de eliminar las barreras legales que impiden a las mujeres llegar a obispos.
La Iglesia de Inglaterra tiene actualmente 7.109 sacerdotes masculinos a tiempo completo frente a 1.507 mujeres aunque si se incluye a los que se dedican a tiempo parcial a esas tareas espirituales la diferencia es de 8.785 a 3.119.