El diablo, transformado en ángel de luz, se apareció a uno de los santos Padres del Desierto y le dijo: «Soy el ángel Gabriel y me ha enviado a ti el Todopoderoso».
El monje replicó: «Piénsalo bien. Seguramente has sido enviado a otro. Yo no he hecho nada que merezca la visita de un ángel».
Con lo cual, el diablo se esfumó y jamás volvió a atreverse a acercarse al monje.
El monje replicó: «Piénsalo bien. Seguramente has sido enviado a otro. Yo no he hecho nada que merezca la visita de un ángel».
Con lo cual, el diablo se esfumó y jamás volvió a atreverse a acercarse al monje.