miércoles, 25 de agosto de 2010

Carta de nuestros queridos lectores

Una lectora nos envió su carta para contarnos como se sintió al hablar con una señora de la iglesia católica romana y defender su fe y su iglesia:
“Hola, me llamo Lupita y les escribo para contarles la experiencia que tuve al animarme a defender mi iglesia, cosa que no había hecho antes, por lo menos no con una persona desconocida.
La cosa estuvo así:
Yo me encontraba en casa, cuando tocaron a mi puerta. Abrí y se trataba de una señora de cierta edad. Era la “clásica” viejita piadosa repartiendo la “clásica” hojita parroquial. Yo le dije: no, gracias, yo no soy católica romana. Claro que ella se me quedó viendo como bicho raro, pero me preguntó de que iglesia era, a lo que le contesté que anglicana, entonces me dice, ¿entonces no eres católica? Le dije ¡claro que soy católica, pero no romana! La señora se quedó “de a seis” y me preguntó que en qué era diferente mi iglesia de la suya.
Yo le dije: Mire, yo pensaba que la diferencia entre mi iglesia y la suya era que los Padres se pueden casar, pero resulta que los padres católicos romanos de los países orientales también se casan, además, la iglesia romana ordena como diáconos a hombres casados, y por si fuera poco, el Papa está invitando a todos los sacerdotes que son casados y que nos son romanos a unirse a la iglesia católica romana. Entonces, que haya padres (o diáconos y obispos) casados no es lo que nos hace diferentes.
Yo le dije a la señora: Lo que de veras nos hace diferentes es que no juzgamos a las demás personas por ser de una iglesia diferente a la nuestra; lo que nos hace diferentes es que jamás en mi iglesia nos han dicho que somos los “únicos”, que somos los buenos, que los que están fuera de mi iglesia ya se condenaron. Somos diferentes porque nosotros vemos a los sacerdotes como Padres espirituales y como amigos, porque se interesan en nosotros, nos escuchan, y se dan cuenta si un día no vamos a misa o a algún grupo o actividad de la iglesia y entonces nos buscan; lo que nos hace diferentes es que en mi iglesia tratan de acercar a la gente a los sacramentos, a que comulguen, no como “en otros lugares” en donde por muchas reglas la gente no puede comulgar; mire, le dije, la gente en mi iglesia no tiene miedo de confesarse ni miedo de que el Padre los vaya a regañar o a gritar o a ponerlos en evidencia en frente de toda la gente; Son muchas cosas lo que nos hacen diferentes, pero sobre todo es que en mi iglesia nos respetan como personas, como hijos de Dios y nos dan libertad: podemos preguntar, podemos estudiar, prepararnos, para no ser de las personas que solo van a la iglesia porque los mandan o por el qué dirán.
No queremos ser “borregos”, queremos conocer bien nuestra fe para poder amar a Dios como dice la biblia: con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra MENTE.
Yo no sé de donde me salieron tantas palabras, y me acordé de lo que dice la biblia sobre no preocuparnos por lo que vamos a decir, que el Espíritu hablará por nosotros, y la verdad así me sentí. Yo digo que este fue como mi “primer round”, porque sé que habrá más personas que me pregunten de qué iglesia soy o en qué creo y quiero contestar con seguridad, no quiero esconderme o tener miedo al contestar, y quiero seguir preparándome para mis siguientes “encuentros “.
Gracias por este espacio y espero que mi experiencia sirva a otros jóvenes para que se animen a aprender más de su iglesia y dar un buen testimonio sobre todo como cristianos.
Atentamente
Lupita Comparán, orgullosamente anglicana (de la Comunión Latinoamericana de Iglesias en Tradición Anglicana)